Mi iPhone y Linux

Ya ha pasado un mes desde que me hice con mi nuevo iPhone y en este tiempo me he dedicado a afinarlo y adaptarlo para que resuelva mi principal necesidad: el de la conectividad plena con el sistema informático de la empresa. Tal y como prometí en el artículo anterior, me toca compartir mi experiencia en este tiempo.

Como ya comenté entonces, gracias al uso de estándares del que hace gala el iPhone y a la versatilidad del software libre con el que está construido el sistema informático de Activa Sistemas, desde el primer día me fue posible realizar una serie de operaciones de forma sencilla y directa, siendo las más importantes para mí la conexión por VPN y el acceso a la intranet mediante el navegador web Safari, de forma que tuve asegurada la posibilidad de consultar mi correo electrónico, mi agenda o los contactos de la empresa (entre otras cosas) desde el primer momento y desde cualquier lugar que tuviese cobertura Internet, ya fuera mediante WiFi o 3G. A partir de ahí, mis esfuerzos se centraron en tres direcciones: la conexión del iPhone con mi escritorio Linux, el acceso offline a la información de la empresa y conseguir acceso a más recursos y servicios remotos de nuestro sistema informático.

En el primer caso la experiencia ha sido bastante decepcionante. Las pruebas las he realizado con el ASLinux Desktop 4.0 en desarrollo que tengo en mi PC de escritorio, al que le he añadido el soporte para iPhone a través de los paquetes Debian ifuse y libiphone0. Así, mi Linux reconoce el iPhone y puedo acceder al sistema de ficheros interno para acceder a las fotos que haya tomado con la cámara digital integrada, pero poco más (nada de MP3s, contactos o calendario), tal y como confirma la página web oficial de dichos paquetes. Además, los pasos a dar para conseguir acceder a las fotos es demasiado complejo y solo al alcance de un usuario avanzado.

Afortunadamente, de nuevo los estándares acudieron al rescate y gracias a SyncML pude sincronizar el iPhone con la intranet mediante WiFi y guardar en él una copia offline de aquella información que me interesa llevar conmigo a todas partes, como la agenda con mis citas o mi lista de tareas pendientes. De este modo, aunque esté en algún lugar sin acceso a Internet, no estoy completamente desconectado de la empresa.

Por último, en estas semanas he ido probando diversos programas para el iPhone que me han permitido completar el abanico de operaciones que puedo realizar desde él relacionadas con mi trabajo, siendo los más llamativos las herramientas que me posibilitan acceder a los sistemas tanto propios como de nuestros clientes por SSH en el caso de Linux y por VNC en el caso de Windows de forma que pueda atender una incidencia técnica esté donde esté, así como diversas aplicaciones de gestión de redes que me permitan detectar problemas de conectividad internos y con Internet.

Es cierto que el iPhone cuenta con numerosas carencias bien conocidas a estas alturas, desde las triviales como el no poder mandar MMS, el inexistente soporte de Flash en el navegador web Safari o la incapacidad para grabar vídeos con el software de cámara digital de serie, a las más serias como un soporte Bluetooth capado por software (que no por hardware) o la imposibilidad de instalar software de terceros como no sea a través de la tienda Apple (al menos legalmente). Como en mi caso las ventajas superan en mucho a los inconvenientes, estoy realmente contento con mi nuevo iPhone ya que he conseguido resolver mi principal necesidad: conectividad plena con la empresa. Sólo queda que empiece a llevarse bien con Linux directamente.