Los mitos sobre Linux (IV)

Existe un mito referente al escritorio Linux que es necesario rebatir debido a la transcendencia que puede tener por «asustar» a futuros usuarios. Se trata de la afirmación de que el escritorio Linux es difícil de utilizar.

La mayoría de los usuarios utilizan lo que se les da e intentan sacarle el máximo provecho posible. La mejor prueba de esto es el hecho de que Windows es el sistema operativo más utilizado en este tipo de entornos debido a que se incluye de serie en la mayoría de los PCs vendidos en todo el mundo. Los usuarios, por tanto, no están acostumbrados a tener opciones de elección y simplemente intentan darle el mejor uso a lo que tienen.

Pero Windows tampoco es fácil de utilizar sin algo de experiencia y trabajo. Como ejemplo, sólo hay que fijarse en la fusión de datos de documentos MSOffice de distinto tipo en uno sólo, algo que no está al alcance de cualquiera, más sin la preparación adecuada.

La cuestión aquí no es que Linux sea difícil, sino que los que utilizan este argumento son perezosos. Son usuarios sin ningún interés en cambiar, lo cual no es algo malo (como se suele decir, allá cada uno con lo suyo), pero no es un argumento válido contra el escritorio Linux en el sentido general. El escritorio de Linux necesita mejoras, pero no más de las que necesita Windows (y ahí está Vista para demostrarlo). Lo que Linux ofrece puede asustar: libertad de elección. Los cambios asustan, pero también son inevitables. Los usuarios que se adapten descubrirán que disfrutan con el nuevo entorno.
El escritorio Linux es un gran sitio para trabajar.